¿Por qué escribo lo que escribo?
La respuesta que encuentro es muy sencilla. Lo hago ...
La pregunta que me pregunto en repetidas ocasiones: ¿Por qué escribo lo que escribo? Medito, pienso, razono, investigo, siento y concluyo que parte importante de mi escencia como ser humano se la dedico a las letras, esforzándome por hilvanar las ideas y poco a poco dar salida a los sentimientos que brotan repentinamente en el momento menos esperado.
Es realmente un suceso extraordinario cuando voy caminando por la calle observando todo aquello que gira en mi entorno y siento la vibra de toda criatura que ocupa un lugar en el universo y que sale a mi encuentro. Las gotas de sudor refrescan mi mente y el soplido del viento enfría mis neuronas para tener capacidad de seguir disfrutando el paisaje urbano que tantos secretos encierra.
Y me siento vivo, más vivo que nunca cuando dejo a mi corazón que palpite hasta exceder las frecuencias permisibles y me ponga en alerta para esperar lo inesperado; de algún lugar siempre aparecen emociones qué contar, aventuras qué escribir y aprendizajes qué compartir.
Y así suceden los días de mi vida, abriendo canales de comunicación con quien me lo permite y dejando volar a mi imaginación para descifrar respuestas en las nubes, que ligeras como son, pasan tan rápido como un suspiro, como la vorágine de la vida misma.
Nuevamente me pregunto: ¿Por qué escribo lo que escribo? Y la respuesta que encuentro es muy sencilla. Lo hago por el enorme placer de sentirme vivo …
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