Cierro mis ojos y dejo que mi espíritu vuele y en ese viaje encuentre la paz que la presencia de mi encuentro con Dios me transmite.
Imágenes bellas y sonidos como venidos de otro mundo, permiten que los segundos ó tal vez minutos de ese fantástico encuentro sean lo suficientemente fuertes y agradables para transformar mi energía cargada de emociones en una paz llena de armonía.
Él siempre me espera con los brazos abiertos y una dulce mirada dibujada en su rostro dándome así la más cordial bienvenida a ese tiempo en el que juntos compartimos.
Palabras de aliento y sabios consejos hacen que mis oídos concentren toda su atención en cada palabra que Él me transmite.
Y así, con la inmensa alegría almacenada en todo mi ser, regreso de nuevo a vivir cada día brindando siempre lo mejor de mí
Que afortunado soy de vivir con el vuelo de Dios ..
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