No es la derrota de tu adversario lo que te hace ver más grande, sino la estrategia utilizada para alcanzar la victoria.
Cuántas veces nos ufanamos del poder tan grande que creemos poseer y pensamos que con él somos capaces de retar y vencer al mundo.
Medimos nuestras fuerzas no sólo en la parte física; aumentamos su poder con palabras hirientes y actos que descalifican al oponente.
Quien ansía conseguir la victoria, mide primero sus fortalezas, analiza las debilidades de su oponente y pone de su parte la estrategia.
Salir victorioso en la justa, cualquiera que ésta sea, premia al valor, al coraje, a la decisión y a la inteligencia misma.
Nunca subestimes a tus adversarios por pequeños que puedan ser; y ten siempre presente que vale más la inteligencia que la fuerza bruta.
La victoria siempre será aliada de quien arriesga, del que lucha, del que no dobla las manos en señal de derrota y por sobre todas las cosas, gana más quien confía en sí mismo.
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