Los años pasan y comienzan las
marcas en tu cuerpo del pesado andar por los caminos cuántas veces recorridos y otras tantas
dejados en el olvido.
Las pisadas dejando huellas sobre
el piso, como queriendo dar fe de su paso en el camino, más el viento repentino
sopla y bruscamente borra todo indicio del camino recorrido.
Los ojos levantan la mirada como
queriendo buscar el principio y fin del horizonte, confundiéndose entre nubes,
sol y espejismo.
Y allí va el hombre sediento de amor
por la vida; sus cansadas piernas resistiéndose a dar el siguiente paso más su
corazón lo impulsa a seguir adelante.
El único deseo que cruza su mente
revitaliza su pobre y cansado cuerpo dándole ánimos para alcanzar su meta.
Y allí va caminando el cansado
hombre, aunque lento en su andar, no desiste en que lo puede lograr.
Jamás te des por vencido aún
cuando tus fuerzas te quieran abandonar; tú tienes el poder para dar la orden
de nunca renunciar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario